Paul Adolph Rivet
Paul Adolph Rivet, etnólogo francés, nació el 7 de mayo de 1876 en Wasigny, departamento de las Ardennes y murió en París el 25 marzo de 1958. Creador de la teoría oceánica o multirracial según la cual la población indígena americana es el resultado de cierto número de migraciones procedentes de Asia, Australia y Melanesia. Fundó el Museo del Hombre en Paris en 1937.
Médico de formación, Rivet tomó parte en la Segunda Misión Geodésica Francesa(1899 a 1906), expedición científica, que en 1901 llegó a Ecuador.[1] Al final de esta misión, se mantuvo en América del Sur durante seis años, viendo los habitantes de los valles interandinos. A su regreso a París, Rivet fue contratado como ayudante del Museo Nacional Historia Natural, donde puso en orden sus observaciones realizadas en América del Sur.
Sus notas fueron publicadas conjuntamente con las de René Vernaus, director del Museo, en dos partes, entre 1912 y 1922, bajo el título de Etnografía antigua del Ecuador. Paul Rivet afirmó que los primates fueron avanzando por el estrecho de Bering hasta colonizar toda America. Rivet contribuyó al establecimiento en París del Instituto de Etnología donde tiene un rol clave en la formación de numerosos etnólogos. En 1928, sustituyó a René Vernaus en la dirección del Museo.
Rivet no solamente afirmó que Asia es la cuna del hombre americano y que migraciones asiáticas llegaron a América desde Siberia por el noroeste del continente, sino también que otras migraciones se produjeron desde Australia 6.000 años antes y desde la Melanesia, un poco más tarde. Su obra Los orígenes del hombre americano publicada en 1943, contiene argumentos lingüísticos y antropológicos que tienden a probar esta tesis.
En 1942, Rivet llegó a Colombia y funda el Instituto y Museo de Antropología. En 1945, de regreso a París él suma a sus tareas en el Museo, la enseñanza sin dejar sus investigaciones sobre América del Sur. Conservó muchos lazos afectivos con América del Sur -sobre todo con Ecuador- pues se casó con Mercedes Andrade, de Cuenca, con quien vivió hasta su muerte.
Otra de las teorías clásicas es la de Paul Rivet, para quien la población indígena americana es el resultado de cierto número de migraciones, unas por el estrecho de Bering y otras a través del Océano Pacífico.
Rivet tomó como base para su teoría, datos de múltiples evidencias como: rasgos biofísicos (estatura, color de piel, etc.), datos culturales y lingüísticos, tanto de los asiáticos, como de los americanos y oceánicos, con el objetivo de encontrar correspondencias que le permitieran reconstruir las posibles rutas migratorias que habrían seguido los primeros hombres americanos.
Refutó la tesis monoracial de Hrdlicka, postulando varias corrientes migratorias aparte de la asiática-mongoloide. Sostiene que también poblaron América los melanésicos y polinésicos a través de rutas transpacíficas, inclusive reconoce una inmigración australiana. Por ello la teoría de Paul Rivet es llamada “`poliracial”.
La Melanesia es una región insular de Oceanía conformada por islas como Nueva Guinea, Nueva Caledonia, Nuevas Hébridas y Fiji. Sus habitantes son de raza negra y tienen fama de ser buenos navegantes. Según Rivet, a comienzos del Holoceno, los melanésicos cruzaron el Océano Pacífico en canoas llamadas piraguas de balancín y ayudados por las corrientes marinas habrían llegado por Centroamérica, para luego dispersarse a otras regiones del continente americano. Sus principales argumentos son:
1. Antropológicos: semejanza ósea y sanguínea entre los melanesios y los hombres de Lagoa-Santa, antiguos cazadores que habitaron Brasil unos 6000 a.n.e.
2. Etnográficos: costumbres y rituales comunes entre tribus melanésicas amazónicas. Por ejemplo, la cacería de cabezas trofeo y la mutilación de falanges en señal de duelo.
3. Culturales: uso de hamacas, mosquiteros, porras estrelladas, tambores de madera, puentes colgantes, etc.
4. Lingüísticos: semejanza entre vocablos melanésicos con la de los indios Hoka de Norteamérica.
LA PROCEDENCIA POLINÉSICA
Habitantes de los archipiélagos polinésicos, los maorís, habrían cruzado el Pacífico aprovechando sus excelentes técnicas de navegación, para llegar por las costas occidentales de Sudamérica. Aunque estos viajes habrían sido muy recientes –desde el primer milenio de la era cristiana- dejaron importantes huellas de su presencia en las culturas de este continente. Rivet sustentó la llegada de los polinésicos al descubrir una serie de semejanzas con las culturas andinas:Semejanzas lingüísticas: palabras maorís semejantes al quechua de Perú: kumara (camote), uno (agua), pucara (fortaleza), etc.
Semejanzas culturales: uso común de la pachamanca, la taqlla o palo cavador, cultivos, dioses y leyendas.
Es importante recalcar que la semejanza cultural entre la cultura andina y polinésica es incuestionable; sin embargo, algunos estudiosos consideran que éstas se deben, principalmente, a viajes realizados por navegantes peruanos en la época pre-hispánica. En 1947 el explorador noruego Thor Heyerdal, para demostrarlo, realizó un viaje en la balsa Kon Tiki, partiendo del Callao con rumbo a la Oceanía. Llegó después de tres meses de navegación a su destino, en el archipiélago de Tuamotú.
Después de su famoso viaje Thor Heyerdal publicó el libro Kon-Tiki, donde escribió: “Mi teoría de la migración, como tal, no quedaba necesariamente probada con el éxito alcanzado por la expedición Kon-Tiki. Lo que sí probamos es que las embarcaciones de balsa sudamericanas poseen cualidades desconocidas hasta hoy para los hombres de ciencia de nuestros tiempos, y que las islas del Pacífico están situadas muy al alcance de las embarcaciones prehistóricas del Perú. Los pueblos primitivos eran capaces de hacer viajes inmensos por el mar abierto. Las distancias no son el factor determinante en el caso de las migraciones oceánicas, si el tiempo y las corrientes tienen el mismo curso general día y noche durante todo el año. Los vientos alisios y la corriente ecuatorial van hacia el occidente debido a la rotación de la Tierra, y ésta no ha cambiado nunca desde que existe al mundo.” (4) Aborígenes australianos
El portugués Mendes Correa fue el principal defensor de una inmigración australiana, a través de la Antártida. Según el antropólogo lusitano, los australianos utilizaron sencillas balsas para llegar a Tasmania, las islas Auckland y la Antártida. Este gélido continente pudo ser atravesado cuando gozaba de un “óptimun climáticus” (periodo de clima óptimo), unos 5 000 años a.C., durante el Holoceno. Después de varios siglos de recorrido por las costas antárticas, arribaron al Cabo de Hornos en la Tierra del Fuego y, más tarde, poblaron la Patagonia
El antropólogo Paul Rivet en apoyo de esta teoría escribió: “ Esta hipótesis no es nada inverosímil. Sabemos que ha habido en el continente antártico períodos de extensión glaciar mayor que en nuestros días. Existieron pues períodos glaciares e interglaciares, como en el hemisferio norte, y no es imposible que, después del último máximo de extensión, se produjera un período de regresión glaciar, correspondiente al óptimo post-glaciar, como en Europa y en América del Norte. Esta regresión podría haber dejado una faja libre de hielos en la costa antártica, análoga a la existente en Groenlandia, permitiendo así establecimientos humanos. Por analogía con lo conocido en el hemisferio norte, se podría situar esa sazón hacia unos 6000 años antes de nuestros días.”
El antropólogo portugués estudió en la década de 1920, a los nativos de la Patagonia y la Tierra del Fuego (Onas, Kon, Tehuelches, Alakalufes y Yagán) encontrando similitudes físicas, linguísticas y etnográficas con los aborígenes australianos. Entre las semejanzas podemos mencionar el grupo sanguíneo, las formas craneales, la resistencia al frío, palabras comunes, uso de mantos de piel, chozas en forma de colmena y el uso del boomerang. También merece mención el zumbador o churinga, un instrumento musical de uso ritual con modelos muy idénticos en ambas regiones.
Jhonny Cedeño 9.926.681
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